Día de Asturias. El Comercio, 8 de septiembre, 2025
Discurso íntegro del presidente del Principado, Adrián Barbón
Estos días hemos sentido el dolor de Asturias. El dolor, la angustia y la rabia causados por los incendios que han arrasado miles de hectáreas, calcinado montes y pastos de oriente a occidente. Pude comprobar sobre el terreno, día a día, la entrega de quienes trabajan envueltos en humo contra las llamas para salvar pueblos y vidas.
Lo consiguieron. Este mensaje es una declaración obligada de agradecimiento a todas las personas que han dado lo mejor de sí, hasta límites sobrehumanos, en esas tareas. Gracias de corazón en el nombre de Asturias.
Pero también estamos obligados a mucho más: a entender que salvar Asturias como paraíso natural es uno de los deberes de nuestra generación.
Del mismo modo que aprendimos de los fuegos de 2023, ahora también tenemos que sacar lecciones. La lucha contra el despoblamiento, el respaldo al medio rural o el refuerzo de la prevención son más que compromisos. Los asumimos como exigencias. Más, cuando la certeza del calentamiento global nos apremia a dar una respuesta rápida y decidida. La Conferencia de Presidentes que acogeremos este mismo año ha de servir para abordar estos asuntos, auténticas cuestiones de Estado, con una visión amplia y desnuda de sectarismo.
La potente transformación que vive el Principado tiene que ser compatible, por fuerza, con el cuidado de nuestros recursos naturales. Esa conciliación es la que nos ha permitido consolidarnos como potencia turística.
En efecto, reconocida como referencia del turismo de calidad, en España se habla del resurgir de Asturias. Varias razones justifican esa percepción. Hemos pasado del complejo de aislamiento a la comunidad hiperconectada. Estamos forjando un tejido empresarial basado en la innovación, fortalecido por el empuje de la industria de defensa. La mejora del mercado laboral nos ha permitido bajar de las 50.000 personas en paro y acercarnos a las 400.000 con trabajo. Las oportunidades económicas, en fin, explican el repunte demográfico, impulsado por la inmigración.
Sí, hay razones para reconocer el resurgir de la Asturias que ha dejado atrás el fatigoso páramo de la reconversión. No obstante, no son menores los desafíos que nos aguardan.
Algunos de esos retos son inmediatos. A escasos días del inicio del curso escolar, reafirmo el pleno apoyo a la mejora continua del sistema educativo. El diálogo, la negociación y el cumplimiento riguroso de los acuerdos serán nuestra única hoja de ruta.
La década del cambio también pasa por una ambiciosa agenda social. Por desplegar la red de les escuelines/as escolías, por continuar la reducción de las listas de espera de la sanidad, facilitar el derecho a la vivienda o atender ese drama silencioso que se llama soledad no deseada. O, para añadir otro ejemplo, por hacer realidad el gran Pacto por la Salud Mental suscrito este verano, otra urgencia de nuestros tiempos.
No olvido la lucha contra la siniestralidad laboral. El accidente de Degaña, el caso Blue Solving, con cinco fallecidos, nos ha golpeado con terrible dureza para demostrarnos que nunca cabe bajar la guardia. Como he asegurado desde el primer instante, estamos decididos a investigar hasta el final para que se sepa toda la verdad y se haga justicia.
Todos esos objetivos, parte del programa de reformas del gobierno de unidad progresista, exigen recursos. La aprobación de los presupuestos no es sólo una prueba de estabilidad. Esas partidas son los que nos han permitido construir nuevos institutos, como el que acabamos de inaugurar en La Corredoria; implantar la matrícula gratuita de los estudios universitarios o mejorar los hospitales comarcales.
Cada debate presupuestario supone también un test de responsabilidad. Confío en que el consenso vuelva a imponerse para que la educación y la prevención de incendios, prioridades para 2026, reciban el respaldo económico imprescindible.
Hablar de recursos nos lleva a la financiación autonómica. La claridad de los planteamientos del Principado, recogidos en el pacto de los grupos parlamentarios y en la Declaración de Santiago, no deja resquicio a la duda. Acudiremos a la negociación multilateral, participaremos con lealtad y defenderemos con firmeza los criterios que siempre hemos sostenido. Sólo nos vale un acuerdo sin privilegios, sin discriminaciones y con más recursos para Asturias.
Con igual rotundidad nos manifestamos sobre la energía. Ahora que el Principado se ha convertido en una tierra de oportunidades, con un largo número de proyectos de inversión a las puertas, tenemos que garantizar el abastecimiento que facilite su desarrollo.
No podemos perder tiempo, como tampoco debe perderlo la Unión Europea, que no puede conformarse con una gestión paliativa de las arbitrariedades de Trump o cualquier otro autócrata. Es el momento de que se sacuda su letargo burocrático y aplique las medidas previstas para proteger su industria y, en especial, su siderurgia.
Dentro de esta breve lista de retos, no es secundaria la revitalización de la cultura asturiana. Tenemos que aprovechar la oportunidad que supone la declaración de la cultura sidrera como patrimonio de la humanidad. Que los actos festivos del Día de Asturias se celebren en Villaviciosa, Nava, Sariego, Cabranes, Bimenes y Colunga, los seis concejos de la comarca de la sidra, responde a ese propósito. Lástima que el nuevo surdimientu que vivimos no se haya visto reforzada por la oficialidad del eonaviego y del asturiano, la lengua que ahora echa de menos la palabra maestra de Xuan Bello.
En ese recuerdo de ausencias también guardo un hueco para el presidente Antonio Trevín. No le reivindico por su filiación ideológica, sino por su manera de entender la política, siempre del lado del sosiego y el acuerdo, jamás en el bando de la crispación. Es justo recordarle por su talante y también por su honda vinculación con la emigración, con los millares de personas repartidas por todo el mundo que hoy celebran con especial intensidad el 8 de septiembre, a quienes tenemos siempre presentes como parte activa, protagonistas de la mejor Asturias.
Desde Póo de Cabrales, el lugar que he elegido para grabar este mensaje, es fácil fundirse con la naturaleza. Basta con contemplar este paisaje para entender por qué merecemos el título de Paraíso Natural. Basta con sentirnos parte de Asturias para saber que tenemos el deber colectivo de proteger este legado.
Hoy, Día de Asturias, ese es mi deseo y mi propósito.
¡Puxa Asturies!