COMPRENSIÓN LECTORA EN EL COLEGIO VENERANDA MANZANO

Por Antonio Masip

“Si tuviera hambre y estuviera desvalido no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro»” García Lorca, F

Cuánto me ha prestado la noticia de medio nacional de que los escolares asturianos están a la altura de los fineses en ¡comprensión lectora! ¡Y muy por encima del resto de la Unión Europea! ¡Ojalá los adolescentes superen la endemoniada adicción a los Ipad! El poeta Alejandro Duque Amusco me escribe: ” Un pueblo que no lee está muerto, y el que lee mal, enfermo. Te lo dice este amigo que ha sido profesor de Lengua española en Cataluña durante muchos años”.

Aunque fui Consejero de Educación ignoro cómo se calculan los índices lectores europeos. En mi tiempo teníamos escasas competencias que se reducían apenas al voluntarismo encomiable de Avelino Martínez que luego me acompañaría a las consistoriales como Vicealcalde, al que mucho quiero y debo, y debió haberme sucedido si hubieran aceptado oportunamente la dimisión que formulé. Avelino habría, sin duda, cosido mis varios yerros que aún resisten tras cuatro sucesivos sucesores.

La noticia de hogaño es, en cualquier caso, diríamos, agua bendita, pues ensalza a colegio muy querido´, el público VENERANDA MANZANO. Bien recuerdo las palabras de Vicente Álvarez Areces, entonces titular de la Dirección Provincial de Educación: ”Ya sé que apenas tenéis suelo  pero procura que los próximos sean más llanos para terminar antes, y mejor, la construcción”. El lugar, cuestos superados al margen, es una maravilla, colindante con el Parque de Invierno que rescaté de la idea de Villamil, un concejal de los remotos tiempos de Alonso de Nora, las Piscinas de San Lázaro y la Pista de Atletismo olímpica, que tanto entusiasmaba a Samaranch, Presidente del Comité Olímpico Internacional (COI). Por voluntad propia pertenecí semanas, pocas por mis otras obligaciones, a la comunidad escolar, en la que bien recuerdo al director, a los responsables de Música y Deportes y a Benjamín Rivaya, Decano de Derecho, que intervenía por la escolarización de sus hijos. Mis queridos Yolanda Vidal, Graciano García y el montañero Jose Enrique Menéndez, Pepín Altafayu, compartieron conmigo la emoción por la noticia. La fabulosa pianista, luchadora ejemplar contra la enfermedad de Ela, que algún tiempo fue concejala me señala: “Este colegio tiene dirección magnífica y veo que el profesorado de manera transversal trabaja bien con el alumnado. Es la comprensión lectora fruto de un esfuerzo conjunto en las diferentes asignaturas.” 

Aquella soleada tarde de la colocación de la primera piedra, asistió, elegante en su ceguera, la primera mujer asturiana diputada, que lo fue en 1933. Con ella estaban su hija y su nieta, en representación de un conjunto familiar que en cursos siguientes harían donación de preciada biblioteca que, bien manejada, veo ensalzada en EL PAÍS.

¡Cuánto les hubiera prestado constatar la evolución de su Colegio a la propia Veneranda y a sus descendientes! La pariente directa más próxima debe estar en Burdeos, pero como ya dije en esta columna, por el oportuno estudio de la profesora Lioba Simon SCHUHMACHER, a saber con qué apellido la habrá rebautizado su marido francés.

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